martes, 10 de febrero de 2015

Nostalgia de lo que aún no pasa, nostalgia del futuro.

Parece que supieras que me llevas al extremo de la ansiedad cuando desapareces de repente. Puedo sentir algo en mi que comienza a germinar algo más que no sé cómo llamar, ni cómo identificar, tal vez son las ganas de saber más de tu enigma pragmático y el deseo de ver surgir algo entre tu negro caracoleado y mi fuego ondulado, tal vez un beso o incluso una mirada, una mirada firme, que llegue para despertar el atrevimiento que ahora no tengo. ¡Qué ocurra algo!, te deseo. Estás haciendo que el tiempo desaparezca, su “importancia” se reducirá en el momento en que se desaten los cuerpos sedientos de vida e independientes de miedos y la eternidad comience su camino cuesta arriba inspirada por ese pequeño pero para nada insignificante instante.
Parece que supieras que tarde o temprano voy a buscarte, voy a encontrarte, estás segura de eso, me presionas la mente, juegas perverso aún sin saberlo y te adueñas de mi poca fuerza frente a ti, Venus, musa, oda pura de amor encarnada en mujer terrenal, cruda, natural, salvaje como loba recorriendo el bosque que tiene como hogar. Es tu alma electrizante la que me hace frenética, son tus ojos, las constelaciones en tus pecas, tus labios el oasis más perfecto en medio del infinito universo, quiero morir un instante en el desierto cálido plantado en tu pecho y luego sentir que vuelvo a nacer cuando tu voz se hace puente conectándose con mi blanco y tembloroso cuerpo, quiero reconocerme viva cuando oiga sutilmente tu gemido histérico.